El MUNDIAL NOS ENREDA

El mundial nos enreda como una novia de verano, como un argumento políticamente correcto, o como algo en donde sabemos que saldremos heridos, y sin embargo ahí nos metemos.

Hace nada, digo, pasaron los anteriores mundiales y cuando llega uno nuevo, la frase siempre es la misma: “Ya pasaron cuatro años?”, “Todavía recuerdo llenar el álbum pasado”, y sí, siempre pasa así. Pero tal vez, uno de los puntos más duros de toda esta mercadotecnia mundialista, es el guayabo que deja cuando todo acaba, es decir, cuando acaba el mundial.  En la apertura mundialista hay una explosión de emociones, que parece todo el mundo contagiarse, y está ahí uno otra vez, girando entorno a esa fuerza centrífuga, por el fútbol. Tal vez  por eso es que creo tener esa sensación de temor hacía este nuevo mundial Rusia 2018, porque uno ya sabe lo que pasa, y lo que pasa es que duele; porque esa conversación genuina al hablar de un marcador o el sorpresivo resultado de algún partido, nos lleva a sumergirnos en esa onda esparcida por todo el ambiente, que te hace amar el mundial en donde literal se respira fútbol, pero en medio del verano todo esto se va para el carajo y queda uno mirando para todos lados intentando rescatar lo vivido por el fútbol.  


Recuerdo que, ilusamente, el mundial pasado Brasil 2014 me metía en el cuento de conseguir las láminas para el álbum, de estar pendiente de las fechas de los partidos, de programar con anterioridad donde verlos, y en sí de dedicar un amplio presupuesto a todo lo que corresponde al mundial, vaya lío en el que uno se mete, porque cuando llegaba el último partido, ahí estaba emocionado por quien seria el campeón, pero al otro día sabía que volvería todo el tedio de la cotidianidad, tal vez sí, hablando del reciente campeón, pero sabiendo que todo esto se desvanecería, lo cuál me llevaba a sentir como en una atmósfera de depresión postmundialista, y estaba triste, aburrido, porque todas esas emociones estarían en pausa, y tendría que esperar 4 años, que cuando son de espera son largos, para volver a vivir la emoción. Y al igual que pasa con una reciente ruptura, uno no sabe donde esconderse, si en fiestas para olvidar la pena, o en otros deportes, ya le pone atención al golf, o hasta se pone a ver partidos de ligas de tercera división.

Todo ese trasfondo fue el que me llevo a tener predisposición con el nuevo mundial, tanto así que en la inauguración todo me parecía regular y normal, todo nace desde la perspectiva con que se llega. Los primeros partidos realmente no me daban emoción y hasta me sentía raro, ¿cómo va a ser que en pleno mundial yo anduviera con estos pensamientos existencialistas?, pero bueno fueron pasando los partidos, y como digo su fuerza centrífuga te hala, te atrapa, y en ese proceso me empecé a decir a mi mismo, que son cuatros años los que hay que esperar, que me estaba pasando el mundial de frente y no lo estaba disfrutando, lo cual, me llevo a una reflexión y autoflagelación, por lo que sí me he visto los partidos, pero esto es como cuando aflojas los labios con tu amor de verano…en algún momento va a doler. Y esto en lo que estoy pensando ahora, en ese dolor, porque digamos ya se están dando los partidos definitivos y por ende es el principio del fin, ya empiezo a sentir las calles solas, el ruido cotidiano y toda la normalidad.


Ahora uno se pregunta ¿de quién es la culpa, de la mercadotecnia?, ¿de la FIFA?, ¿de uno?, ¿de la gente?, el resultado es una suma de todo, porque nosotros queremos que la FIFA haga el bendito torneo y que nos ilusione, porque aunque nos atormenta también nos entretiene, y no podríamos con la pena tan siquiera de pensar que lo quitaran o suspendieran como ocurrió allá en la segunda guerra mundial. Todo esto para decir que ahí estará el mundial y estaremos nosotros, pero tal vez como con las experiencias de amor, uno ya venga más prevenido, aunque también dependa de cómo nos vaya, porque no es lo mismo ver el mundial con su equipo habiéndolo ganado una vez, o con la expectativa de ganarlo, la perspectiva cambia, al igual del potencial que tenga el equipo.  Es ahí donde se lleva a pensar qué el mundial es algo cultural y en esto, ahonda cantidad de reseñas en donde se habla de la incidencia que tiene el mundial, sobre la economía, sobre la política y en la cultura misma. Pero hoy en este caso lo que planteo es lo que significa sobre las emociones del espectador que como en mí caso, afecta cuando se acaba el mundial, cuando no hay mundial y es que ese el caso y el asunto es que no halla mundial.

Ya con esto me queda decir que de pronto esté preparado para el final del mundial de Rusia, pero la verdad no se como vaya a ser con el de Qatar, tal vez venga más prevenido como con en el de Rusia todo dependerá de como nos vaya, porque hay alicientes que ayudan a llevar la pena, pero la predisposición que conlleva el maldito final del mundial es consecuencia de los otros mundiales que han acabado, por lo pronto esperar el resultado en Rusia.

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