La opinión si cuenta


Una vez que uno se encuentra acostumbrado a diferentes hechos y creencias del panorama nacional es muy difícil pensar en algo más útil; esta situación es, por lo menos, lo que generalmente se observa en el comportamiento de miles de personas que se desbordan escasamente por lo gráfico, lo que, inicialmente, nos lleva a pensar que sucede con los demás medios de información, que no son tan obvios, ni ineficaces.
La información que se recibe a diario proviene, comúnmente, de un 80% de medios audiovisuales, en diferentes tipos de formatos, lo que sin una serie de medidas que garanticen la veracidad de su contenido, puede llegar a convertirse en una genuina mentira, muy cercana al descrédito por su capacidad de alcance sobre la audiencia y a su vez genera dudas sobre su transmisión y propagación, como un fin.

Hoy en día quiere venderse la idea de programas televisivos, radiales, etc; con contenidos poco benéficos para el pensamiento de las personas, adecuándolos a las creencias y volviéndolos de la costumbre, para basar su difusión en fundamentos como estos. Colombia podría definirse como una sociedad de comportamientos y manifestaciones populares, como una realidad paralela a la difícil situación del país. Lastimosamente, esto conlleva a que este sea el porcentaje de la población con menor educación, menores posibilidades de empleo, menor inclusión social, y menor posibilidad de desarrollar su libertad política, para brindar una opinión publica. De allí que se vea reflejado, la falta de discernimiento de estos individuos, debido a la falta de mejores expectativas.
Con lo anterior, no significa que esté en contra de la cultura popular sino que como sociedad hemos transgredido justamente los niveles culturales hasta tocar fondo. Pero esto no es lo más grave, lo que si podría serlo es el hecho de que como hay productoras que sacan provecho de esto, llevando al aire programas donde queda todo entrevisto, menos un aporte valioso para los que dedican tiempo en verlos. Pareciera entonces esto un círculo vicioso de la falta de educación y de oportunidades, donde se alimentan mutuamente.

Por tanto, debemos aprender a desarrollar libertades relevantes, para actuar como ciudadanos que importan y cuya opinión cuenta más que para vivir como seres bien alimentados, bien vestidos y bien entretenidos, cuyo pensamiento trascienda para evaluar que es lo que está pasando exactamente. Se entiende que hay individuos que a partir de lo que su realidad les ofrece, logran discernir sobre dudosos contenidos y lo transponen, no exactamente evadiendolo, ni haciéndose los de la vista gorda, pero tampoco apoyándolo desde propósitos lucrativos.

No quiero librar de responsabilidad a las instituciones sociales, pues de ellas dependen las libertades individuales, sobre las capacidades que tiene en realidad una persona, responsabilidad que ni el Estado ni la sociedad deben eludir. Romper los ciclos malévolos de la información, se hace importante para que los individuos puedan ser libres, y a su vez ayuda a limitar contenidos infructuosos como estos.

Una vez que las personas sean conscientes de lo que esto significa, entenderán que están siendo utilizadas al ser entretenidas, que están siendo manipuladas cuando sonríen, al creer que tienen toda perspectiva y potestad para entender lo que sucede aparentemente. De tal forma que no debemos seguir alimentando estos vicios, cuando un programa está mal debe calificarse como tal, que la falacia en la información no debe ser aprobada, ni los malos comportamientos y que los argumentos valen y son importantes en momentos como estos, cuando gentes sin escrúpulos se mofan de los pensamientos de las personas.

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